viernes, enero 29, 2010

Mon Pierre



Llueve. Llueve en mi mente
Chapotean dentro los niños las piedras las gotas lo neumáticos en los charcos
Llueve, llueve en mi mente
Miro mirar mi ventana con la languidez que la música representa
Miro mirando a mi bien sabida melancolía a través del cristal, imaginando el coclear de la lluvia dentro de la canción
En el alféizar que a ella tanto le gusta recargar su espera
¿Dónde estás? Me pregunto, temo decir las respuestas más obvias
En otro ciprés metiendo ese corazón de clochar al que espero
Si lejos o cerca, si pensando en mí o complaciéndola
Llueve, llueve en mi mente
Miro mirar mi consuelo marcharse
Con mis horas
Con mis pensamientos
Que han llegado a ser sinónimo de ti
Ojos secos que no se cansan de pestañear mirando mirar cómo la besas
Mi boca seca resentida
Esperando esperar que vuelvas
Pero no con rosas ni con actos cordiales de la masculinidad
Pero no contigo, si no sin ti
Sin el que me deja
Sin el que me engaña
Sin el que llega sin que le inviten y se va sin que le larguen
Sin el conquistador,
Sin el que trae con él a mis viejos duendes del amor
Quiero a Pierre bajando de su coche en la alameda
Quiero el tejado destrozado,
Quiero la misma hermosa lluvia y hasta al mismo dios al que has invocado,  para decir:
Oh mon Dieu, que c'est joli, La pluie
Llueve, llueve en mi mente
Miro mirarte lejos con ese beso que no me das, Mon Pierre

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viernes, noviembre 27, 2009

Sin pretextos





Primero pensé que sólo eran ganas de coger cuando te vi en el pasillo
ganas de besar, ganas de abrazar, ganas de ir con alguien decente al hotel
ganas de juguetear en el metro como los jóvenes que a veces veo en los vagones
ganas de manosearte, ganas de que me toques, ganas de comprar condones en la farmacia
ganas de caminar desnuda
mientras se fuma y tu escuchas desde la cama los camiones transitar;
Luego pensé que quizá era también la soledad cuando el ir a buscarte se hizo más frecuente
alguien con quien platicar
alguien con quien leer a Ginsberg
alguien con quien ver a Tarantino
alguien con quien escuchar a Armstrong
alguien con  quien beber en los prados
alguien con quien esperar el transporte
alguien con quien ser citadino
alguien;




Vinieron los días en los que pensé que sólo era avaricia cuando me encontré con todas las mujeres que te buscaban al mismo tiempo que yo
te volviste un objeto para presumir frente a otras cuando al fin te tuviera;
Ese al fin nunca llegó y pensé en ese momento que seguro era puro gusto por sufrir
gusto por la depresión, gusto por el rechazo,
gusto por las tardes de regreso a casa donde nada tiene valor
gusto por estar en cama como inválida mientras se escucha la misma canción mismas quinientas veces
gusto por escribir quejas de despecho
gusto por la bohemia
gusto por beber
gusto por dormir drogada bajo el cobertor
gusto por coger con otros por decepción



después de las hosterías     después del latex      después de las cajetillas     después de la bebida
después de la reputación jodida      después de la poesía      después de la soledad
después de las melodías     después de la melancolía      después de los autobuses
después de las infidelidades     después de tu elocuencia     después de las hojas
después de las tardes    después del café      después de las dedicatorias
después de las caminatas    después de los amigos    después
terminé por pensar que sólo eres tú
sin pretextos.

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martes, mayo 19, 2009

Nombre o dirección.



Alguien debe tomar registro de tu muerte
que no sea el tanatólogo
o el secretario dipsuesto por su sueldo a capturar los datos de tu desenso.
Alguien como un poeta que aun no existe
alguien como un escritor escondido en una recámara lejana del Uruguay
alguien como un relator del mundo que todavía no nace para tal
Como espíritu o esencia parecida estarás
presenciado el teclear de la máquina que oficia tu muerte
desde un ricón de la sala burócrata
con sólo ahora la memoria por capturista
resumiendo con poesía la ironía del acontecimiento
tu voz aguarrentosa, vieja, está
en medio de los presentes
relatando sin prisa y sin falla gramatical
cómo se toma nota del fallecimiento de un hombre a quien bien la sociedad llamó poeta
Empezarás tu última etopeya con la historia de cada personaje
ahí está el cansado hombre que mecanografea tus datos más impersonales
como nombre y dirección
dos o tres de tus cercanos más valientes
dictarán de memoria tus datos más impersonales como nombre y dirección
Pero no son los únicos que certifican tu defunsión
al unísono teclear de esa misma máquina
centenas de secretarios de latinoamérica
están tomando nota desde sus cabezas
datos más personales que tu nombre, que tu dirección
Para éstos no hay formas dónde firmar
para éstos no hay honorarios ni límite de hoja
éstos no dirán a los familiares: sería todo
para éstos las palabras registradas no tendrán validez oficial.

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