jueves, junio 25, 2009

Vivir contigo (1)


Comenzamos el amor desde la noche anterior, con aproximación aseguro que es media hora antes de saltar, a riendas de la madrugada, al nuevo día. Tú y yo en la cama, sin hacer quejidos o gestos que inicien la actividad sexual. Sólo echados, sólo tirados en un suelo de resortes que bien podría ser andén o césped de algún parque. Los ojos abiertos, cada quien recibiendo estrellas o rayos solares, según su predilección, según sus recuerdos. Ignorantes uno del otro, ni tomados por las manos ni haciendo esfuerzo en abrazar las piernas, tal como desconocidos o viejos amigos que repulsan tocarse, tal como uno un fantasma y otro una mente de cuerpo solitario añorando el contacto. Esta noche, quedamos, seré yo la que rehúse entregarse al sueño, no sin antes aprovechar las ventajas de tener un ente imaginario a mi lado.
Comienzo por lo común, te sugiero tocarme, admirarme, besar el cuello, la cintura, lo necesario para darme cuenta de tu presencia. Yo, satisfecha y desdeñosa, volteo mi cuerpo a la orilla de la cama, para subir desde la alfombra hasta el cobertor, un ejemplar viejo de Julio Cortázar. Te entretienes con mi cuerpo mientras yo, repaso con la yema de los dedos, el voluptuoso libro parisiense. Es un ritual o un oficio recurrente, antes de llegar a la página citada, uno debe recorrer con calma y solmene admiración las hojas; una a una, escuchando el sonido al cambiarlas, una a una hasta llegar a la solicitada y revisar desde qué párrafo puedo empezar hablar sobre ti. Entonces leo, de tal manera que ambos nos correspondemos de distinta formas: tu encargo es corpóreo y el mío, por esta noche, como acordamos, es mental. Comienzo con una voz nerviosa, temiendo la equivocación, procurando no desentonar con el ritmo de la estrofa. Tú sigues las líneas orgulloso de ser el protagonista. Mi voz toma confianza, tus manos mi cintura como punto de reposo momentáneo. Entrelazados así, alcanzas a saber las cosas que intuyo de ti y que no pienso, las cosas que con mi percepción no conectan, las cosas que otro dice a través de mi voz. Hoy, París es nuestro escenario, y la fantasmagoría tiene para su relato dos narradores: Cortázar y yo.

Antes de llegar al final del capítulo que te dedico, un sopor indolente viene a censurar mis párpados. Caen y se levantan en menos de un segundo, quieren resistir y quieren entregarse a otro esquema. Se llama cansancio el que interrumpe la velada, no me quedan fuerzas para cerrar el libro, la puerta, la luz. Se rinden mis ojos conmigo, dejando caer la espalda en el espacio donde te encontrabas.

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martes, junio 23, 2009

Poeta y pintor.

Desnudos y al cuidado del azar intentaron trotar mundo dos poetas. De la calle tomados por el arte se encontraron caminando cada quien hacia su otoño, el uno al ver al segundo dijo: "Para aquí poeta y dime, si recitar aforismo es tu profesión”. El segundo replicó: "El aforismo esta vestido con brillantes y moral, yo recito a desnudo cielo sólo desnudos poemas”.

- ¿Por qué pensamientos caminas poeta, si crees que para las palabras más feliz es estarlas despojando? ¿No se te imagina, poeta, que sin vestido son vulgares los mensajes?

- Tú, pintor y además poeta, piensa qué pesadas para ti fueron las ropas; como a ellos, tú, se les hizo en primavera cobre y no oro llevar encima tanta lana de colores. Si a los versos yo los he parido libres, es por que dentro de mi cerebro, cada uno me ha pedido ser desnudo y no con holanes fariseos.

- Si así te han condicionado tus endechas, así me han bastado tus razones para desnudarme, pero, dime poeta, antes de caminar en sólo piel a Copenhague, por qué si a tus versos aventuras sin vestido, tú nos has quemado lo que llevas en el cuerpo puesto.

- Por que sólo libres hijos traigo, pero no libres los miedos. Te he engañado, hombre pintor, no soy poeta aunque esa si fue mi profesión. Soy poetisa que de diferencia el sexo. Si a los caminos yo feliz predico y feliz reflexionada soy, es por que finjo expulsar semen en vez de óvulos muertos.

- Muerto esta nuestro siglo por someter así a un poeta. Me dirigía a Dinamarca a pintar de los nuevos hombres la nueva iglesia pero, si no te esperan importantes en el camino que sigues, podemos atravesar con los marineros el Negro y llegar al Renacimiento.

Y así, desnudos y, al cuidado del azar, la poetisa y el pintor nadaron hasta Sicilia. No escribieron nada y nada pintaron durante el viaje, pero al llegar, cada uno en su silencio mutuamente convidado, en un bosque con pacíficos dioses habitado, termino él en la naturaleza libre de credos su mural y ella sus ropas puso a quemar.

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viernes, junio 19, 2009

Gatorade


Vamos a sincerarnos, ¿Cuántas veces hemos pasado por esta situación? La cabeza descargándole a la sensibilidad punzadas de dolor, la boca deja de secretar sus funciones refrescantes en la lengua, te arrimas al refigerador y esperas con suerte encontrar una bebida fría que no sea leche. Ni hablar de la tonalidad bermeja de los ojos, ni hablar del aliento que sólo tu persives aunque hayas mascado un paquete de tridents sin azúcar.
A tequila, mezcal, chela, cualquier fermentación.
Necesito un nuevo proyecto de vida, me digo al haber recorrido la computadora, el papel, la televisión y el estéreo en un intento de ridiculizar la vida productiva creyendo no necesitarla. ¿Cuál es el menú de películas disponibles? Trainspotting, buena presentación, llamativo color naranja en el estuche y un soundtrack alucinante. No pasan ni quince minutos y la he dejado intermitente en el televisor de la Jefa. Puedo intentar con La Dolce Vita, Naked Lunch o una de Bruce Lee... desisto y busco en el comunicador electrónico (messenger) alguno que pueda proponerme diálogos calientes o sarcásticos. Ninguno en mi auxilio. Ni hablar, no queda más que actualizar esta cochinada ególatra sin futuro editorial que nadie visita, llamada blog. Ni hablar. A escribir por escribir. Sin objeto, igual que vivir. Sin espectadores, igual que una introspección filosofal en el escusado; sin admiradores, igual que quitarse la toalla en tu recamera después de un un baño noctámbulo; sin futuro, igual que todas mis decisiones. Escirbir la vida, el momento, mientras uno bebe un Gatorade, aguantando la justa cefalgia.
¿Dónde están mis ruidos inspiradores? ¿Mis vecinos lujuriosos? ¿El pan de cada día que me da de escribir? ¿Dónde las historias tristes para abusar? ¿Dónde el lenguaje poético?
El tiempo libre es una molestia, en realidad. Tanto hay en las 24 horas que ya sólo te queda la creatividad como empleo. A regañadientes, creatividad y descripción profética del presente, lo indeseable, lo tedioso, lo estimulante, lo bueno, lo mediocre, lo que tanto odio y amo (si hay fama) hacer: escribir.


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