Fiesta solitaria.
Fiesta solitaria. Aqui estoy, sola como ya lo anuncia el título, sin la compañia por demás grata, de los amigos comunes. Los extraño, en la mesa de la casa común de Jean Paul. La música sin nombre ya que cambia a intervalos de pocos minutos, pero siempre armónica, agradable para lo presentes. Extraño de igual manera la plática del preludio del alcoholismo que no me canso de llamar adolescente, donde una mujercita con el seudónimo por mí bautizado de "buen pedo" habla y habla de las costustumbre extranjeras que ella ha hecho suyas. El tequila y el mezcal sirven de florero en nuestras mentes, en el ambiente, de nuevo, en la mesa común. Algunas cartas, también, esparcidas en la sueprficie y claro, nunca ausente la presencia en el éter de humo; cenizas en la repisa. Fumando, charlando, con un poco de precaución hacia el alcohol (algo extraño en nosostros) hasta que, todo estalla... de momento ya los vasos en el aire chochando y, haciendo sus líquidos, lo que mejor pueden en nuestros cuerpos: alegrándonos por extraños procesos del organismo. LLegan a la mente sin pausas los efectos, la música sube de vibración (molesto para unos vecinos que no son míos) y el baile en la sala comienza, de nuevo. Todo un ritual, todo un "nuestro ritual". "El último" anuncia una vocecilla, yo y otros nos negamos a creer que así será y, despreocupados por el futuro, comienza el placer sobre el sillón, el orín recurrente sobre el retrete y el fondo sin fondo. En pocas horas el tequila ha sido consumido, el mezcal espera asustado a secundar al extinguido. La música se detiene, como por solidaridad, para dejar a los amigos, romper el silencio, con palabras extrañamente vocalizadas. Sentencias de despedida que no queire ser. Sentencias con algo de lo que fue y lo está en la puerta. Sentencias fraternales en un círculo cerrado de amistad. En la noche de mi cigarro y fiesta solitaria, eso extraño.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
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