martes, julio 07, 2009

Vivir contigo (2)





A punto de tirarme sobre el colchón por culpa de la cefalgia. No sé, me digo, lo escribo.
Más me vale dejar que fluya el dolor de hemisferio en hemisferio permitiendo a la resaca hacer su negocio. Me detengo, de frente a la pantalla, por milésima vez en el año, y abro la ventana de la aplicación word. Veamos, me digo, lo escribo. Qué de nuevo quiere recetarme el cerebro, qué de urgencia o qué de dolencia o que ilusión de perdición tiene esta cabeza. Rasco sobre la superficie del enjambre de cabellos negros, eso no funciona ni en las letras ni en los examenes extraordinarios. Ave María, dame puntería, me grita un profesor de biología desde su 2008, año en que se quedó en la memoria registrado. Bien. Ya sabemos que la puntería no tiene chance en mi oficio. Bien. Si un simple movimiento dactilar no puede alborotar la crayola mejor remedio ofrecerá urgar en las causas del remordimiento del cuerpo.
Segundo acto. He llegado despues de algunos minutos a la cama. Sobre la hoja mi muñeca avanza con desesperantes pausas. Sobre la pantalla el reloj sus números intercambia, más rápido que lo lento de mi caminar por la libreta cuadriculada.
Nuevo comienzo para los viejos versos que te escribo desde el mes anterior y el anterior y, la anterior sucesión de procesos entre los dos es reconstruida y remasterizada.
Las ideas y su fatal ubicación tardan en distribuirse en la página. La destreza innata se mira truncada por la impacienica y, su frustrada trampa quiere censurar mis parrafadas.
¡Ven! Me invita desde el fondo a descender por el sueño. Estoy acorralada, estoy intentando ser mediocre. Dsesperada sensación que sólo la descripción de mi noche transnochada consigue amortiguar.
Te miro caminar, y no es payasada literaria, a travéz de la canción: es tu afónico acompañamiento; es mi noctámbulo sentimiento; es tu insaboro aderezo; es mi tristeza solidaria con un turno que abusa de la madrugada.
Fastidia reconquistar la pluma luego de una quincena en impía inactividad ergo de tu contacto en la banca del parque de la esposa del expresidente Juárez. Fastidia y desanima escapar de los opios de una bitácora narrada apenas esta mañana. Fastidia y desanima dejarte abandonado en el recuerdo a pena de tener que abordarte a razón en el cuaderno.
Fastdia, desanima y humilla hacer públicos los pensamientos que había acordado dejar añejando en este pliego de folios cuadriculados.




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