viernes, febrero 12, 2010

Cuestión de paternidad (sugerencias sobre dios).


Negar a un dios colectivo y ceder al consuelo de un instrumento de fe particular, sea mi premisa de cada mañana.
Si tuviera que creer en un supremo creador de catástrofes y de amor , no sería, en todo caso, en el autor arbitrario del creacionismo; por nada del mundo le concedería la palabra a los falsos profetas del purgatorio, ni a mis irrisorias y disfuncionales profesoras de la primaria. Sería, en todo caso, a un dios prodcuto de la literatura de los hombres, ese dios perfecto e intocable, ajeno e indiferente de mis heroes: Bukowski, Kerouac, Benedetti.
Un dios que no me castiga ni pretende condenarme con su contraparte a mil eternidades en un onírico y ridìculo lugar de tormento, él sabe que para eso tengo la vida. Un dios que no me ama incondicionalmente ni perdona mis maravillas de actos capitales, los ignora. Un dios que no me espera con sus brazos misericordiosos y albinos en la puerta de su reino, él no vive en las nubes. Un dios que no me habla a través de su best seller ni se interesa en concederme el perdón en palabra de un pederasta vestido de satín. Un dios que no mandará a la miseria y a su hijo en el apocalipsis para llevarse a sus elegidos al paraíso. Un dios que no aprueba la pena de muerte del alma a los inhospitalarios de esta vida. Un dios ateo, dudoso cada día de su existecia y de su función; un dios melancólico que mira los charcos que son sus mares cuando se pone a recordar. Qué hermoso si dios fuera una nostalgia caminando entre nosotros, qué hermoso si dios tuviera errores y lecciones, qué hermoso si este dios fuera joven y soñador tal que en verdad soy yo su imagen y su semejanza.
Si en el crecimiento de ambos, a él le falta acercarse a mí y amarme o, al verse , yo debo acudir desesperada por su consuelo, es la duda. ¿Quién de entre los dos debe amar por sobre todas las cosas al otro? ¿Quién de entre los dos debe procurar seguir los mandamientos del otro? ¿Quién de entre los dos debe temer y no matar al prójimo para mantener contento al otro? En fin, ¿quién está hecho a semejanza de quien?
Bien puede ser dios un producto creativo de evolución histórica, adaptable a la cultura de algunos hombres. No es el ser supremo que, aburrido en el edén, se hizo de barro compañía. Es el ser supremo en la tierra que nunca adaptado a los huracanes se amparó bajo la sombra de un protector todopoderoso, y le dio habilidades, y le dio virtudes, y le suprimió los defectos y le dio la misión de cuidar y amar a los hombres, y le llamó padre y se llamó a sí mismo el hijo de dios.
Le dio un sexo y un trono en los cielos, le dio la opción del castigo reservándose para él el libre albedrío. Este ser supremo en la tierra engendró a dios, dejando oculto en los anales esta creación, para que las siguientes generaciones creyeran sin oposición en el señor de los cielos y en cómo él le dio vida al hombre y no el hombre a él.
Negar a un dios colectivo y ceder al consuelo de un instrumento de fe particular, sea mi premisa de cada mañana. 
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